miércoles, 2 de noviembre de 2011

La importancia del tiempo.

Las previsiones no siempre aciertan. El Sestao River es uno de los equipos que puede dar buena fe de ello. Para bien y para algo peor.
Si se le suponía un verano tranquilo y un arranque de temporada marcado por la inercia del ascenso, la inesperada marcha de Alfonso Barasoain en vísperas de que arrancase la Liga y una serie de tropiezos en las semanas iniciales le dejaron en situación delicada. Pero los agoreros que se lanzaron entonces a condenar a un equipo con recursos y experiencia limitada también fallaron. Desde que cosechara su última derrota en Torrelavega, hace un mes, el equipo verdinegro ha sumado ocho puntos en cuatro jornadas, lo que le ha permitido salir del descenso y, aunque el colchón no es todavía excesivamente mullido, sí le permite ver a casi todos sus rivales directos por debajo.
El tiempo, el mismo que ha quitado la razón a los augurios de uno y otro signo, ha tenido mucho que ver. Y es que al trabajo de acople de los jugadores se le ha unido, en este caso contrarreloj, el del propio entrenador. Ibon Larrazabal reconoce que el equipo inició la temporada «con cierta preocupación, porque nos vimos sin entrenador cuando sólo faltaban cuatro días para empezar e incluso disputamos así la primera jornada. Y aunque al final los que juegan sean los jugadores, es una situación un tanto especial».
Por fortuna, Félix Sarriugarte no tardó demasiado en llegar. Y lo hizo, si no con un pan, sí con conocimientos e ilusión debajo del brazo. En este sentido, el capitán verdinegro asegura que, pese a que la experiencia del técnico en Primera no fuera demasiado larga, «se nota. Nos está enseñando muchas cosas». Y también lo hace el lustro que ha permanecido alejado de los banquillos «porque ha venido con muchísimas ganas y con muchísima ilusión. Eso nos lo está transmitiendo a nosotros y se nota en el campo. Además -recuerda-, que no haya estado entrenando en este tiempo no quiere decir que haya estado alejado del fútbol. Estamos aprendiendo mucho», insiste.
Paso a paso
Y lo que es más importante, cree que el equipo está aplicando ya esos conocimientos. «Hemos necesitado tiempo, porque las cosas no se asimilan de la noche a la mañana. El entrenador tiene que conocer las características de sus jugadores, adaptar el juego que quiere a esas características y transmitírselo. Y yo creo que estamos en ese camino, creo que estamos interiorizando lo que nos enseña el entrenador, que lo estamos poniendo en práctica y que las cosas nos están saliendo cada vez mejor». Por eso no cree que esta buena racha sea fruto de la «casualidad, porque nada lo es. El equipo trabaja y lo hace cada vez mejor y eso se refleja en los resultados», que incluso podían haber sido mejores. «Al final en los dos últimos partidos no hemos pasado del empate, pero creo que por juego podíamos haber conseguido algo más», asegura Larrazabal.
Aunque los vizcainos tampoco quieren lanzar las campanas al vuelo. Si algo tienen «claro» los verdinegros es que «somos un equipo humilde y trabajador, con la ilusión del que acaba de ascender», características que dan puntos, los están dando ya, pero no los aseguran. «Nunca podemos perder el norte. No lo perdimos cuando tuvimos esa racha de malos resultados y no lo tenemos que perder si vuelve a pasar. Porque somos conscientes de cuál es nuestro objetivo y de cuánto cuesta conseguirlo», subraya el mungiarra.
Una dosis de realismo, que no de pesimismo. «Tenemos cosas que mejorar, como pulir detalles que nos han costado algunos goles -admite Larrazabal-. Pero también tenemos claro que hay mucha igualdad en el grupo y que sólo por nombre nadie gana los partidos». Real Unión y Alavés han sido los últimos en comprobarlo.

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